El autor es prusiano y filósofo criticista del Aufklärung, su nombre es Immanuel Kant, la obra ensayo y tratado Historia general de la naturaleza y teoría del cielo, o ensayo sobre la constitución y el origen mecánico de todo el edificio del mundo, tratado según principios newtonianos (Allgemeine Naturgeschichte und Theorie des Himmels), allí la hipótesis kantiana nebular planetaria y solar, el año del libro, su ensayo de juventud a los 31 años, 1755.

La publicación es precursora de la obra de Pierre-Simon Laplace, «Exposición del sistema del mundo» (1796). Allí la teoría conjetura ya está aceitada y funcional para que otros vengan a revisarla y extenderla, para que se refine y demuestre. Solo 40 años alcanzaron para ello. Kant se inspiró en los libros de los astrónomos Thomas Wright, «La teoría original, o nueva hipótesis del universo» (1750), y Pierre Louis Maupertuis, «Ensayo de Cosmología» (1750), narra Francisco Villatoro en su blog. Por desgracia, en lugar de apoyarse en el empirismo, que le hubiera conducido a una obra de corte científico, se apoya en el racionalismo, guiado por sus intuiciones. En palabras de Kant: «De un trabajo de esta índole no se puede exigir nunca una máxima exactitud geométrica e infalibilidad matemática. Si el sistema está fundado en analogías y coincidencias según las reglas de la verosimilitud y del justo modo de pensar, ya he satisfecho todas las exigencias de su objeto». Lo que le lleva a afirmaciones como: «Los círculos de los planetas mantienen la más cercana relación a un plano común que es prolongación del círculo formado por el ecuador del sol; una desviación a esta regla sólo tiene lugar en el extremo límite del sistema donde paulatinamente cesan todos los movimientos». Bueno, el empiriocriticista tenía sólida base y formación racionalista a lo Cartesius y no la iba a abandonar súbitamente, el empirismo de David Hume no cierra a todos los pensantes y preclaros, además de tratarse de escritos recientes para el momento como Investigación sobre el entendimiento humano, de 1748.

Hammerfall, 2019 (no son de la Alemania de Kant y son de la Suecia de Linneo y Berzelius)

Guiado por el libro de Wright y por sus propias intuiciones interpreta la banda lechosa de la Vía Láctea en el cielo como producto de una luz zodiacal similar a la que vemos hacia el oeste tras la puesta del Sol, o hacia el este antes de su salida. Así nos propone que la Vía Láctea es similar a un sistema planetario, con las estrellas orbitando en un plano, en analogía con los planetas que orbitan al Sol. Por analogía, sugiere que las nebulosas de Maupertuis tienen una naturaleza similar. Propone que la excentricidad de los planetas crece conforme se alejan del Sol, ya que así ocurre con Venus, la Tierra, Júpiter y Saturno, a pesar de que no es cierto para Mercurio y Marte (excepciones que confirmarían la regla). También propone que hay planetas más allá de Saturno y que muchos cometas lejanos son más masivos que Júpiter. Finaliza su libro proponiendo que todos los planetas están habitados y sugiere que los que no lo están podrían acabar siendo habitados por los humanos. Mucho racionalismo y muy poco empirismo caracterizan esta obra de juventud de Kant (que no olvidemos que publicó de forma anónima). La interpretación de Kant sobre la distribución de las estrellas alrededor del centro de la Vía Láctea está «apoyada por la ley según la cual la excentricidad de las órbitas planetarias está en relación a su distancia del sol. La excentricidad en los movimientos de los planetas aumenta con su distancia del sol. [Se] puede pues suponer que habrá aún otros planetas más allá de Saturno, los que, más excéntricos y por ello más parecidos a los cometas. [La] excentricidad es para Venus 1/126 del semi-eje de su órbita elíptica, para la Tierra 1/58, para Júpiter 1/20 y para Saturno 1/17, es decir aumenta evidentemente con las distancias. Es cierto que Mercurio y Marte se exceptúan de esta ley». Kant describe su intuición sobre la estructura del sistema solar. «La excentricidad constituye la diferencia principal entre los cometas y los planetas, y [sus] colas y cabelleras no son otra cosa que la consecuencia de aquélla. [Y] algunos cometas son más grandes que Saturno y Júpiter; pero no se puede creer de ninguna manera que la magnitud de las masas vaya aumentando continuamente. [Yo] considero más aconsejable renunciar al fugaz aplauso que tales concordancias pueden despertar, en favor del auténtico placer que nace de la percepción de las reglas de constitución cuando analogías físicas se apoyan mutuamente para determinar verdades físicas». El elemento clave en la astrofísica de sillón de Kant es la luz zodiacal. «El Sol está rodeado de un algo sutil y vaporoso que en el plano de su ecuador lo circunda con escasa anchura en ambos lados hasta una gran altura. [Hay] bastante similitud para comparar este fenómeno con el anillo de Saturno y deducirlo de un origen concordante. [La] presente explicación no tiene otro valor que el que corresponde a las hipótesis, y no pretende otra cosa que a un aplauso voluntario; el lector inclinará su juicio hacia el lado que le parezca ser el más aceptable». En analogía con el sistema solar, si el Sol tiene planetas, y los planetas tienen lunas, entonces las estrellas deben tener planetas y formar parte de una galaxia análoga a un sistema planetario. «La Vía láctea es el zodíaco de estos superiores órdenes mundiales que se desvían de su zona lo menos posible y cuya franja está siempre iluminada por su luz, igual que el zodíaco de los planetas reluce algunas veces, aunque sólo en muy pocos puntos, por el fulgor de estos globos. Cada uno de estos soles constituye con los planetas que giran alrededor de él, un sistema propio; pero ello no les impide ser partes de un sistema aun mayor, igual que Júpiter y Saturno no obstante sus propios acompañantes se hallan comprendidos en la constitución sistemática de un edificio mundial aun mayor. ¿No se podrán conocer en tan exacta concordancia de la constitución la igualdad en la causa y manera de la formación?». Un punto clave es que Kant considera que los sistemas planetarios y los sistemas estelares evolucionan de forma continua por la fuerza de la gravitación. «Si la creación es infinita en el espacio, o por lo menos si lo ha sido desde el comienzo por la materia, y si está dispuesta a llegar a serlo por la forma o la formación, el espacio universal será animado con mundos sin número y sin fin. ¿Se extenderá ahora aquella vinculación sistemática que antes hemos considerado en todas las partes en especial, también al conjunto, reuniendo el universo entero, el todo de la naturaleza, en un solo sistema por la conjunción de la atracción y de la fuerza centrífuga? Yo digo que sí». Lo que permea la argumentación de Kant es que el universo es obra de un Dios creador. Como tal es una obra comprensible para el intelecto humano y, además, es una obra imperfecta que se renueva de forma permanente en busca de la perfección (pues la obra divina debería ser perfecta, pero no lo es). «Pasarán millones y verdaderas montañas de millones de siglos durante los cuales se formarán y llegarán a la perfección mundos y sistemas mundiales cada vez renovados sucesivamente desde el centro de la naturaleza en las lejanas distancias; no obstante la constitución sistemática que reina entre sus partes, conseguirán una relación general al centro que por la fuerza de atracción de su masa extraordinaria ha llegado a ser el primer punto de formación y el centro de la creación. La infinidad de las épocas futuras que la eternidad producirá inagotablemente, llenará de vida todos los espacios de la presencia divina y los elevará paulatinamente a la regularidad que corresponde a la perfección de su proyecto. Y si con atrevida concepción pudiéramos abarcar, para decirlo así, toda la eternidad con un solo golpe de vista, podríamos ver también todo el espacio infinito repleto de sistemas mundiales y acabada la creación». Sus argumentos sobre la formación de las estrellas, de los planetas y de sus anillos son muy infantiles. Como es obvio son argumentos de 1755, cuando los Principia de Newton se publicaron en 1687. «¿A qué se debe que el centro de cada sistema esté ocupado por un cuerpo ardiente? Nuestra estructura planetaria tiene al sol como cuerpo central, y las estrellas fijas que vemos, son según toda apariencia centros de sistemas similares. [Y] como estas partes más livianas y fugaces son al mismo tiempo las más eficaces para mantener el fuego, vemos que al agregársele, el cuerpo y centro del sistema recibe el privilegio de transformarse en un globo ardiente, es decir, en un sol. En cambio, la materia más pesada e ineficaz y la falta de estas partículas que alimentan el fuego, hará que los planetas sean sólo conglomerados fríos y muertos, carentes de aquella propiedad». El gran problema de la especulación de Kant sobre la Vía Láctea es que no se observa la gran estrella que debe contener en su centro. Arregla este problema de forma muy naif (se ve que no se le daban bien los cálculos matemáticos más elementales). «Si los centros de todos los grandes sistemas mundiales son cuerpos ardientes, con mayor razón se puede suponer lo mismo del cuerpo central de aquel inmenso sistema que forman las estrellas fijas. [Sin] embargo, no vemos lucir en el ejército celeste ninguna estrella fija que se distinga especialmente. En realidad, no debe extrañarnos que no sea así. Pues aun cuando superase 10.000 veces nuestro sol en magnitud y si supiese su distancia 100 veces mayor que la de Sirio, no podría aparecer con mayor tamaño y brillo que este». Hoy en día sabemos que el sistema solar, la distribución de las estrellas fijas y la estructura de la galaxia son producto del azar. Sin embargo, para Kant, como obra divina, no hay lugar para el azar. «No se puede mirar el edificio universal sin reconocer el perfecto ordenamiento en su instalación y las seguras señales de la mano de Dios en la perfección de sus relaciones. Después de haber considerado y admirado tanta belleza, tanta perfección, la razón se indigna con justo motivo de la audaz estupidez que se atreve a atribuir todo ello a la casualidad y a un feliz azar. La más alta sabiduría debe haber hecho el proyecto y un poder ilimitado debe haberlo ejecutado, si no sería imposible encontrar en la constitución del edificio universal tantos designios coincidentes en un mismo fin». Quizás estoy leyendo entre líneas, pero yo interpreto que Kant se siente iluminado por un designio divino para encontrar las leyes que rigen el universo gracias a la razón, sin necesidad de lo empírico. Kant se pregunta el porqué el universo muestra ciertas imperfecciones. «Si lo mejor fuese que las órbitas planetarias estuviesen ubicadas casi sobre un plano común, ¿por qué no lo son con absoluta exactitud? […] ¿Y por qué no son perfectamente circulares sus órbitas, si sólo el más sabio designio, apoyado por el máximo poder, ha tratado de producir esta determinación? […] ¿Y se encontrarán únicamente en los designios finales de la suprema voluntad que lo manda así inmediatamente, las causas de este estado de cosas? […] Si es verdad lo que dice el filósofo, de que Dios hace constantemente geometría, y si ello trasluce también en las vías de las leyes generales de la naturaleza, esta regla tendría que ser perceptible perfectamente en las obras inmediatas del Verbo todopoderoso y estas ostentarían toda la perfección y la exactitud geométrica». Finaliza el libro discutiendo la habitabilidad de los sistemas planetarios, en el marco de la teleología divina: la perfección requiere que todos los planetas sean habitables y en algún momento futuro acaben siendo habitados. «Opino que no es precisamente necesario afirmar que todos los planetas deben estar habitados, aun cuando sería una incongruencia negarlo con respecto a todos o a la mayoría de ellos. […] Es posible que no todos los cuerpos siderales hayan llegado a la formación definitiva; se necesitan siglos y tal vez miles de años hasta que un cuerpo sideral grande haya alcanzado un estado sólido de sus materias. Júpiter parece hallarse todavía en este proceso. […] Si es que no tiene habitantes y tampoco debe tenerlos nunca, qué insignificante gasto de la naturaleza sería esto en comparación con la inmensidad de la creación eterna. […] Con todo la mayoría de los planetas con seguridad están habitados, y los que no lo están, lo estarán alguna vez». Concluye el libro con una reflexión final sobre el futuro de la humanidad más allá de nuestro planeta: «¿Habría de quedar el alma inmortal atada a este punto del espacio mundial, a nuestra Tierra, por toda la infinidad de su duración futura que el sepulcro mismo no interrumpe sino sólo transforma? ¿No llegaría nunca a participar de una visión más cercana de los restantes milagros de la creación? […] Tal vez se están formando algunos cuerpos más del sistema planetario para prepararnos nuevas residencias en otros cielos cuando se haya cumplido por completo el tiempo que nos ha sido indicado aquí para nuestra permanencia. ¿Quién sabe si aquellos satélites giran alrededor de Júpiter sólo para iluminarnos alguna vez a nosotros?».

La obra de Kant es anterior a Joseph-Louis Lagrange 1736-1813 y su mecánica clásica Newton extendida lagrangiana de 1788 es anterior al electromagnetismo y la termodinámica estadística siendo entonces pre relativista y pre cuántica. Lagrange opera el puente de intercambio y equilibrio entre ambos próceres Newton y Einstein, media y hoy su operador lagrangiano se sigue utilizando vitalmente en Dirac y todos a posteridad suya en mecánica cuántica.

Los argumentos de Kant sobre la formación de las estrellas, de los planetas y de sus anillos son muy infantiles. Pone al fuego en un lugar central y a la luz zodiacal desparramada en todo. No es capaz siquiera de inventar un gran masivo agujero negro para equivalente de la estrella central galáctica Sagitario A*.
Kant pone la gravedad como lo central y lo enuncia obra sagrada de Dios. Hoy en día sabemos que el sistema solar, la distribución de las estrellas fijas y la estructura de la galaxia son producto del azar. Lo sabemos perfectamente? Bueno, el argumento es recurrente, dice una y otra vez que lo perfecto solo de Dios provendría… pero me refiero a perfecto sin error. Las órbitas planetarias no son perfectas pues no están sobre un mismo plano común, por qué no hay perfección?
Porque hay azar responde un individuo del siglo XXI. Llama azar a lo que la gravedad determinada por su constante de gravitación infinitesimal pequeña opera en el medio elástico del vacío con los corpúsculos y planetesimales que va formando. Eso no es azar Villatoro. Es más: el azar, lo aleatorio y lo estocástico en un randomize en software tal cual todo eso como lo conocemos NO EXISTE.
Es posibilismo cuántico? es sobredeterminismo? Es un determinismo extendido, sería calculable en un futuro, un Dios avanzado del pasado ya calculó, es CAUSA-EFECTO siempre.

Respecto de: «Finaliza el libro discutiendo la habitabilidad de los sistemas planetarios, en el marco de la teleología divina: la perfección requiere que todos los planetas sean habitables y en algún momento futuro acaben siendo habitados. «Opino que no es precisamente necesario afirmar que todos los planetas deben estar habitados, aun cuando sería una incongruencia negarlo con respecto a todos o a la mayoría de ellos. […] Es posible que no todos los cuerpos siderales hayan llegado a la formación definitiva; se necesitan siglos y tal vez miles de años hasta que un cuerpo sideral grande haya alcanzado un estado sólido de sus materias. Júpiter parece hallarse todavía en este proceso. […] Si es que no tiene habitantes y tampoco debe tenerlos nunca, qué insignificante gasto de la naturaleza sería esto en comparación con la inmensidad de la creación eterna.» Kant también soñaba con nubes de Venus y nubes de Júpiter, lo hacía 2 siglos antes que Sagan soñara sus propios sueños. Los seres humanos tienen propensión a inventar, decir cosas que no son por falta de rigurosidad científica, imaginar y soñar con lo que no es.
Luego del edificio newtoniano vendría para 1788 Lagrange a robustecerlo, vendrían Maxwell y Boltzmann en otros planos y vendría Einstein, Planck, Bohr y Dirac junto a Feynman, acaban de morir Weinberg y Higgs, nos quedan Penrose, Glashow, Witten, Rovelli, Maldacena y necesitamos continuadores, un heredero de Dirac, uno de Weinberg y uno de los que trabajan en gravedad cuántica y Thorne, especialistas en condensados, en materia extrema, uno de Witten y Vafa. Presuponemos están naciendo y ahora mismo leyendo y estudiando, razonando, comprendiendo y hasta cierto grado experimentando. No lo sabemos, la pseudociencia nos envuelve y así como en 2011 no sabíamos de la naturaleza última de la carga eléctrica y el spin conformando fermiones materiales así 13 años después seguimos. Faltan décadas para gravitación cuántica y GUT, pero no podemos predecir cómo la próxima molécula va a desviar hacia la derecha el primer átomo de hidrógeno con el que se encuentre. Lo de Kant y Laplace para mí es asombroso, yo razonó igual que ellos casi 3 siglos después: el orden es gravitatorio y no meramente solar, esa búsqueda de orden llevó a Newton a entender esa fuerza extraña que todo lo impregna y domina.

Es evidente, para mí y para Villatoro lo es, que la naturaleza última de lo que hace materia a la materia fermiónica es una geometría compleja. Es la geometría del número de vueltas como en una espira de la carga eléctrica 1 en un protón y -1 en un electrón con fraccionarias en los quarks incluso dando 0 por resultado en la carga de un neutrón y a su vez esas cargas geométricas eléctricas existen en todas las otras partículas fermiónicas que interaccionan eléctricamente exceptuando fotones y neutrinos y dando por resultado espinores o el spin.
La materia está dada por una geometría, Francis me lo explicó hace 13 años, es evidente que a eso le llamamos geometría divina. Planck así lo hacía pero no por cuestión de gustos.
Y Einstein lo llamaba Dios de Spinoza, es decir un Señor creado por Spinoza. Es discutible todavía, insisto TODAVIA si la geometría se hace sola, se autocrea. Yo solo lo dudo, desconfío en sano escepticismo. El azar no existe. Y la geometría no se autodiseña. Qué nos queda pensar? Técnicamente nos excede, por eso Kant procedía con intuición racionalista, 250 a 300 años no cambian nada en el cerebro desarrollado de un ser humano, ni en su racionalidad o mentalidad de acuerdo a los datos de los que dispone.